El nuevo coronavirus contiene una proteína muy popular, la proteína S. Es la proteína que forma las puntas o protuberancias características del coronavirus, pero también es la clave que usa el patógeno para ingresar e infectar células humanas.
Por lo tanto, desde el comienzo de la epidemia, fue la epidemia la que atrajo toda la atención de los científicos. La mayoría de las vacunas usan esta molécula como antígeno y muchos medicamentos buscan prevenirla.
Sin embargo, científicos argentinos decidieron estudiar otra proteína Sars-Cov-2, denominada nucleoproteína y conocida como proteína N. Se encarga de proteger el genoma del virus y es objeto de nuevas pruebas rápidas de antígenos mediante hisopos y existentes en tiras reactivas similares a las pruebas de embarazo.
Un equipo de académicos de Fundación Instituto Liloir (FIL) Y Del Conicet supo desarrollar un sistema de producción de esta proteína en diversas formas, lo que supone un avance fundamental para comprender su potencial inmunológico y necesario para desarrollar herramientas para diversos casos de intervención diagnóstica, vacunal y terapéutica.
“En un virus real, la proteína se une al genoma de ARN del virus y buscamos formas de la proteína que imiten su estado natural”, señala Gonzalo de Pratt Gay, director del proyecto y jefe del laboratorio de composición, función e ingeniería de las proteínas FIL.
Este tipo de metodología de prueba, que puede producir resultados en 15 minutos, es económica ya que no requiere equipos ni instalaciones. No requiere la amplificación de la secuencia genética del virus (PCR), sino que detecta directamente la presencia del virus a través de su proteína nuclear.
A través de métodos de ingeniería genética, los científicos pudieron producir la proteína nuclear Sars-COV-2 en grandes cantidades y pureza. «El hecho de que sea mucho más abundante que la proteína S significa que las pruebas destinadas a detectarla pueden ser más sensibles», dice Pratt Jay.
Agrega que su equipo también está involucrado en la producción de anticuerpos monoclonales para desarrollar grupos de este tipo.
Actualmente, Prat Gay Lab está buscando socios estratégicos en el país y la región con experiencia en tecnología de tiras reactivas y llevarla al mercado.
“Con fondos específicos, socios y la participación de empresas dedicadas al desarrollo de equipos comerciales, nuestro país puede fabricar este tipo de pruebas de bajo costo que se pueden realizar fuera del ambiente hospitalario”, dice.
Otras aplicaciones
Pero este progreso va más allá del desarrollo de pruebas y podría tener aplicaciones terapéuticas. «Es importante estudiar la nucleoproteína y también incluirla si queremos obtener una imagen inmunológica completa de los pacientes y desarrollar estrategias preventivas y de tratamiento más eficaces», dice Pratt Jay.
La integración de la nucleoproteína del nuevo coronavirus aumenta la sensibilidad y especificidad de los métodos serológicos actuales según las publicaciones internacionales.
«Las herramientas que surgen de nuestro proyecto podrían tener un valor predictivo y mejorar el manejo de enfermedades clínicas», dice Pratt Jay.
Además, se encontró que los pacientes con Covid-19 que desarrollaron una mayor respuesta inmune contra la nucleoproteína tenían un peor pronóstico.
Por otro lado, por su función principal en el ciclo de vida del virus, la nucleoproteína es una diana terapéutica, ya que Prat Gay interactuará con grupos especializados en investigación y / o desarrollo de compuestos antivirales en el país.
«Para lograr este objetivo, es fundamental conocer el comportamiento biofísico, la estructura y la química de esta proteína», explica Pratt Gay.
Existe evidencia de que las vacunas en desarrollo contra la proteína S pueden no ser suficientes a largo plazo, y esto se puede mejorar agregando la nucleoproteína a las formulaciones. “Nuestro grupo espera colaborar con grupos nacionales que avanzan en esta dirección”, destaca la investigadora.
“El sistema científico argentino ha demostrado una impresionante capacidad de respuesta ante una pandemia. Lo que sigue es que somos capaces de brindar la segunda generación de tecnología con un enfoque en afinar la pospandémica, generando herramientas adicionales y altamente sensibles, con el objetivo de ahorrar recursos y aprovechar las capacidades científicas y tecnológicas del país.
Los miembros de Prat Gay Group que participan en este proyecto son Araceli Visentin, Ramón Peralta Martínez, Gabriela Camporeale y Silvina Borkosky.
«Estudiante. Friki del café exasperantemente humilde. Pionero de Internet galardonado. Practicante de la Web».